Diario 18: Storie Time

Del último viaje a Honduras guardé unas cuantas frases bastante lapidarias en las notas del móvil, hoy, os las comparto. Todas necesitan un poco de contexto, así que las contaré a modo de microrrelato: 

AMOR

Estábamos Lucia y yo hablando con Roberto, profesor de tecnología en la Escuela del Vidrio. Tenemos la misma edad y estábamos hablando de relaciones amorosas y de las diferencias que encontrábamos entre Honduras y España. Nosotras decíamos que en Honduras era todo un poco exagerado, llevado a la telenovela. Igual que Estados Unidos es como en las pelis, latinoamérica tiene mucho mucho de telenovela. 

El caso, Roberto nos dijo que tenía que ganar más dinero para poder tener una novia, que todavía no podía. Lucia y yo nos lanzamos un poco al cuello en plan “pero que dices” “que tontería” “no tienes que mantener a nadie” “ni que ella no pudiera trabajar” bla bla bla. 

Y él dijo que tenía la idea de que las mujeres en Honduras iban mucho al mejor postor y que si ganaba poco, en cuanto el momento de amor se acabase ella le abandonaría por otro.

A lo que Lucía contestó: – Tú crees que el amor no funciona en la pobreza? 

HAMBRE

Estamos hablando con Zeni, alumna de octavo grado en la EV. Nos estaba contando un poco cómo era su situación familiar, que el novio de su madre, padre de su hermana pequeña, había vuelto de México, su idea era llegar a EEUU pero no fue posible. Sorprendentemente, había conseguido volver a casa de Zeni, pero por lo visto las madre no le quería ahí porque le daba mucho trabajo. 

Empezamos a hablar sobre cómo se organizaban las comidas en casa, porque los frijoles literalmente en esa casa están contados. 

Le preguntamos que si el susodicho trabajaba en la casa, a lo que Zeni nos contestó: 

– Por veces, cuando de verdad le obliga el hambre. 

Palabras textuales, de una niña de 13 años. 

AMBICIÓN 

Fuimos a casa de Wilson, que vive en lo que en Honduras se llama “cuartería” es una estancia dividida en unos cuantos cuartos, y cada cuarto es para una familia. Básicamente vive en una habitación de cuatro por cuatro junto a su tía, el marido de su tía y sus dos primos pequeños. Estuvimos grabando para el documental y cuando ya estábamos terminando la entrevista, Lucía le preguntó qué le diría a su yo de dentro de 10 años.

A lo que Wilson contestó: – Que le espero con ansias

 

En este viaje hemos hablado mucho del arraigo, trabajamos para que los chicos tengan esa sed de superación que tiene Wilson, para que se acabe esa concepción de que las mujeres dependen de los hombres y que no existe un amor real, existe supervivencia. 

Y esto es el día a día, esto se sabe porque tenemos la tremenda suerte de poder ir bastante y poder dedicar tiempo a hablar, a divagar, y por lo tanto a entender, a que cale todo mucho más. 

Estamos deseando volver, con ansia, como Wilson, para abrazar a Zeni, para ver si su madre ha conseguido trabajo, para ver si su hermana pequeña ya nos busca desesperadamente en su mochila a ver si ha traído el trozo de pan que no se ha comido en la escuela, para ver si ese señor ya se ha ido de su casa. Para seguir apoyándola, abrazándola, escuchándola y animándola a seguir estudiando. Pero sobre todo para que el hambre no la obligue a irse con el mejor postor.

Para que el hambre no obligue a ninguno de nuestros alumnos a odiar su país. Porque no todos los que se van tienen la oportunidad de volver como el inquilino que tiene Zeni en casa. 

 

Dona Beca Comedor



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