20 Sep Vivir la universidad. Tener una meta.
¿Por dónde empezar? ¿Cómo transmitir la fuerza para que cualquier estudiante destierre el verbo “rendirse” y asuma el “yo puedo” sin dudar de sí mismo jamás?
El curso acaba de arrancar en las universidades españolas pero en Honduras, dónde el año lectivo coincide casi con el natural, lo que empiezan es el último trimestre. Por eso decidimos buscar allí el testimonio que nos inspirara y nos encontramos con una estudiante genial: Greysi. Ella es real, es decir, tiene mil problemas como todos y busca soluciones, no vive un cuento, vive con un objetivo claro: ser abogado. Eso hace que pueda con todo.
Vamos a contaros su historia para que la conozcáis:
Greysi proviene de una familia más que humilde que vive en Camalote, una aldea rural de Honduras dónde se ubica la Escuela del Vidrio. Allí inició sus estudios, becada, y se graduó como técnico de vidrio al tiempo que acababa la enseñanza reglada y el Bachillerato. Se dio cuenta de que su capacidad de estudio, su disciplina y su fascinación por las leyes eran un buen punto de partida para llegar más lejos. Después de pasar por una adolescencia llena de dudas, de inseguridades propias de la edad, su objetivo lo sentía cada vez más claro. Las leyes, vivamos dónde vivamos y, aunque lo queramos ignorar, rigen nuestras vidas y nuestra relación con los demás, y con la idea de que el conocimiento la ayudaría a ayudar a los demás, se decidió a plantear lo que en un principio parecía inalcanzable: ir a la Universidad.
La Escuela del Vidrio la animó y la Fundación Verón la escuchó, habilitando una beca para que pudiera continuar estudiando. Así se matriculó e inició la carrera de Derecho en San Pedro Sula en el 2020. El principio fue duro, llegó a dudar de tener el nivel necesario para absorber todo el conocimiento que la estaban transmitiendo, y, bueno, además tenía que sortear las dificultades propias de cualquier estudiante que vive algo lejos de la institución y no está bien comunicada y, segundo bueno, añadiendo los problemas de seguridad que se vive en el transporte público hondureño, pero, por supuesto, eso no era obstáculo para Greysi. Por otro lado, un tercer bueno, ella sólo contaba con un smartphone, no siempre con datos, detalle menor, porque tenía la oportunidad de estudiar Derecho y no la iba a desaprovechar, eso sí que no. Greysi era feliz pero, y aquí aparece el “bueno” más terrible, llega nada menos que EL COVID. Punto y aparte, el mundo cambia para todos.
La Universidad cierra, se adapta lo más rápidamente posible a clases virtuales y, por supuesto, se confina a todos, adiós bibliotecas o accesos a cualquier información NO DIGITAL, cada uno tiene físicamente lo que tiene en casa, nada más, y Greysi, no tiene mucho, no parece haber escapatoria. Y, ¿ahora qué? Ok, pensó, pierdo el contacto físico con profesores y compañeros pero hay clases on line, tengo que seguir. El problema era la conectividad en casa y, por supuesto, conseguir un ordenador, porque renunciar y esperar mejores condiciones estaba descartado. Por suerte, su hermano consiguió una conexión decente y la Fundación Verón le proporcionó un portátil. Así que, adelante, Greysi no se lo pensó y consiguió cerrar el año con resultados brillantes.
Llega el 2021, al principio hay aperturas tímidas, pero las vacunas hacen ver el futuro con mayor optimismo. Continúan los confinamientos, algo menos rígidos, las medidas bio-sanitarias, una variante detrás de otra, en definitiva, una cal y otra de arena que vivimos con incertidumbre. Según va pasando el año y se va viendo que las vacunas sirven para mitigar los efectos más temibles de la pandemia, aunque ni la eliminen ni estén exentas de riesgos, hacen que el mundo empiece a palpitar de nuevo. Las escuelas, con diferentes medidas preventivas, también empiezan a abrir sus puertas, también en Honduras.
Así, la Escuela del Vidrio, donde Greysi estudió, le ofrece que trabaje allí como secretaria, compaginándolo con sus estudios. Ella dice SÍ, con mayúsculas, y se ha convertido en una experta en Gestión del Tiempo, porque consigue llegar a todo. Es consciente de que este es su momento y va superando cada dificultad que se le presenta sin perder jamás la sonrisa.
Ninguno sabemos qué pasará mañana, a qué nos enfrentaremos o cómo lo haremos, pero, en conclusión, de lo que sí estamos seguros es de que:
– Rendirse NO es opción
– Saber pedir ayuda NO es debilidad
– La motivación SÍ es fundamental para continuar persiguiendo nuestras metas bajo cualquier circunstancia
– Todo es posible si te lo propones de verdad, pero no hay varitas mágicas, sólo la fuerza de tus decisiones.
GRACIAS GREYSI POR TU LECCIÓN DE VIDA
No podemos cerrar el blog sin que la escuchéis “en directo”. Teresa, genial voluntaria, le hizo una entrevista que se emitió la semana pasada por el Instagram de Fundación Verón y que no tiene desperdicio. Os aseguro que las dos mantienen una conversación llena de motivación, de valores, de honestidad, de reflexiones… tan lejos de lo que habitualmente se ve y se oye, que no te lo puedes perder.
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