Diario 21: El Arte de pasear a la española

Adoro pasear, todo empezó cuando con 12 años me equivoqué de parada de metro y me perdí un viernes lluvioso. Me costó muchísimo llegar a casa, hasta lloré. Pero no llamé a mi madre para que me viniera a rescatar porque me frustraba la idea de tenerle luego miedo a perderme y porque desde pequeña odio depender de la gente. 

El incidente tuvo la repercusión de que decidiera ir andando a todas partes, o bus o andando, para ver por dónde iba. El amor al metro se forjó cuando empecé la universidad. Al metro y al cercanías. Pero eso es otro tema. 

El caso es que todos los viernes volvía del International House a casa andando, iba por Nuevos Ministerios, por Cuatro Caminos, me enamoré de la librería de segunda mano Ábaco (años más tarde Juan Carlos, el librero, me dio su número personal para que le pasara por ahí las listas de los libros que me quería leer), luego hacía todo Reina Victoria hasta bajar por Beatriz de Bobadilla. En total, cuarenta minutos de paseo, que para mi en aquel momento significaba ser la niña más libre de toda la Comunidad de Madrid. 

Cuando estuvimos en Honduras con Kari y con Lucía hablábamos de lo guay que sería poder ir por ahí de paseo. Y Kari decía que se nota el declive o que han llegado los problemas serios a un país cuando dejas de poder pasearlo. 

Nuestros niños casi no juegan en la calle, nosotras vamos a todas partes en coche. Hay ciertas horas más seguras, pero cuando salimos del trabajo, cuando la puesta de sol es increíble, ya no puedes irte por ahí. Puedes, claro que puedes, pero es peligroso. 

La de cosas que he aprendido yo paseando, agudizas el oído, la mirada, cambias de camino y haces lo que quieras, aprendes a encontrar un montón de cosas que no buscabas. Coco Dávez pide siempre a los invitados de su podcast que se definan en tres palabras, yo diría paseos, seguro.

Me da mucha pena que nuestros niños no tengan esto. Que en Honduras no tengan esto. Para mi es el país de la estimulación, ves de todo todo el rato, nada es normativo.

Somos unos afortunados, por la seguridad, por este clima, por tener las calles abarrotadas de escaparates agradables que nos incitan a leer y a investigar, por la historia de las fachadas y por la historia de sus edificios. Todo nos incita a saber más y a apreciar mejor. 

Umbral en su libro Las Ninfas habla del arte de pasear a la española, y es que pocos sitios tan buenos y tan dados para el paseo como esta tierra. 

Este sábado, antes del evento, de dar las migas y de empezar con las cervezas, tenemos un paseo organizado por el pueblo de Chapinería. Se encarga Nadia, técnico de turismo en el pueblo. Contactad con nosotras y apuntaros (hola@fundacionvero.org , en redes sociales @fundacionveron o llamando a 616614048)

 



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