Una Historia: Un Reto

 

Educación a distancia en la Escuela del Vidrio de Honduras

Si hay algo que define a la Escuela del Vidrio, es la capacidad para superar cualquier obstáculo que se interponga entre una educación de calidad y sus alumnos. Hay problemas, es inevitable; hay soluciones, rendirse no es opción.

El Covid-19 obligó a cerrar las escuelas en Honduras y a limitar los movimientos. Hasta aquí, no deja de ser un hecho que se ha repetido por todo el planeta. Pero, ¿qué significa realmente para una institución cuyos alumnos proceden de entornos ya de por sí difíciles? Más que un reto, os lo aseguro.

En un post anterior os contamos cómo la dirección de la Escuela y un grupo de voluntarios estaban repartiendo a las familias de los alumnos alimentos para que su situación no viera agravada. Siguen haciéndolo y, tras renovar todos los permisos en cada ocasión, ahora les acompañan los militares para garantizar la seguridad, ya que es un país con mucha necesidad.

También os hablamos de cómo los profesores estaban enviando contenidos y los chicos respondiendo con un gran sentido de la responsabilidad. Pero, ¿la educación a distancia cómo se consigue allí? Así:

1º – Se hizo un estudio de la situación tecnológica y educativa de todos y cada uno de los alumnos de la escuela: quién posee un smartphone, quién lo comparte con sus padres, quién puede llegar a usar un portátil prestado, quién no tiene nada. Quién y a qué hora se puede conectar, porque a veces la red pertenece a un vecino, o no está disponible, o incluso no existe (por ejemplo, en la aldea de Arena Blanca, la empresa que instaló la red en la Escuela del Vidrio, lo hizo allí sin cobrar para que los alumnos se pudieran conectar). Además, se sumaron las necesidades académicas: quién necesitaba un refuerzo, quién un reto, quién estaba siguiendo el curso con normalidad, todas las casuísticas para buscar la forma de ser más efectivo. Una enseñanza absolutamente personalizada para que ninguno se desmotivara o se aislara.

2º – El cuerpo docente tuvo que actualizar todos sus conocimientos informáticos. Familiarizarse con diversas plataformas a las que no estaban acostumbrados, preparar los contenidos de acuerdo a la herramienta que iban a actualizar, aumentar aún si cabe su disponibilidad. Trazar un nuevo calendario de contenidos del curso, de tutorías, para no descuidar ni el plano docente ni el emocional de ninguno de los alumnos. Ahora ya son todos unos expertos manejando grupos de WhatsApp, o Messenger o Google Classroom o Google Meet o dando clases simplemente ¡¡por telefono!!

3º- Se organizan grupos de todo tipo, de docentes con alumnos por nivel y materia, o de profesores con la dirección de la escuela. Eh! un momento, la dirección de esta escuela es especial, y tiene un nombre: ELISA MARTINEZ, un ejemplo de coraje, de lucha, de compromiso, de lo que haga falta, con tal de que «sus chicos» a los que conoce con nombres y apellidos, salgan adelante y reciban la mejor formación y tengan el convencimiento de que trabajando se consigue todo. Grupos para compartir las experiencias y aprender de ellas, para coordinar, para detectar necesidades y problemas, para hacer seguimientos, y no me refiero a las tutorías, que también, sino para conocer la situación real de cada alumno, todo es vital. Y todo es muy distinto y va más allá de una escuela convencional.

4º- Se inicia la docencia a distancia, se envían contenidos por email, cuando es posible, también por Messenger, lo que resulta mucho más efectivo, y se comprueba que los alumnos responden positivamente. Son trabajadores, están motivados y aprenden rápidamente cómo usar cada plataforma, envían las tareas que se les solicitan, pero sigue haciendo falta llegar a TODOS y algunos tienen dificultades.

5º- Detectadas las necesidades más apremiantes de conexión de los alumnos, se desmontan ordenadores de la biblioteca de la Escuela y se instalan en Cuchilla, Arenablanca, Las Brisas y Camalote, aldeas de las que proceden nuestros alumnos. Además, aquéllos que están cercanos a la Escuela, desde fuera, aprovechan su red, por supuesto, respetando las distancias de seguridad. A su vez, los alumnos mayores y más diestros con la tecnología, están ayudando a los más jóvenes con su uso, disminuyendo la brecha digital. Un complejo engranaje que funciona estupendamente.

Finalmente, ya con un rodaje, y es un auténtico éxito de todos ellos, esta semana se han conseguido establecer horarios de clase como si estuvieran allí con un seguimiento increíble. Realmente no hay nada que los frene.

 



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