Diario 25: Educación para el amor

Ayer pasé por una de mis librerías favoritas de Madrid, la Librería Ad Hoc, también es cafetería, las chicas que trabajan siempre son encantadoras y el sitio es muy acogedor, muy recomendable, la verdad. 

Aparte de esto, una cosa que me gusta mucho es que siempre tienen ediciones especiales y trabajan con editoriales pequeñitas emergentes. Siempre se encuentra alguna joya de actualidad o algún libro que literalmente podría ser el TFG de una persona que ha estudiado Humanidades. 

La joya que encontré ayer se llama “Educación para el amor” de Claudio Naranjo y el prólogo de Eva Martín Murcia. Me llamó la atención por esta frase que tiene en la portada: “Lo que más se necesitará en nuestro tiempo es seres más bondadosos, no seres más inteligentes” pensé en la escuela, y su directora Elisa, y en la pregunta que me hizo Olga Ruiz, madre de Lucia en el coloquio después de la presentación del documental: Cómo habíamos conseguido un equipo tan bueno, que maravilla de directora y cómo se había llegado a tener a gente así. 

Elisa lleva trabajando y peleando años por su visión de educación dentro de las comunidades en las que se rodea. Al principio le costaba mucho hacerle ver a los profesores que entraban nuevos en el proyecto que el objetivo principal era que estos niños y niñas se sintieran queridos, importantes, relevantes, que vieran que su educación y las posibilidades de camino en sus vidas le importaban a alguien. Que las técnicas y las clases prácticas fueran muy muy muy relacionadas con el crecimiento personal e individual de cada uno. Y no fuera visto como un temario conjunto que tiene que parecer que te sabes por obligación como el resto de niños del país. 

En la contraportada pone: 

¿La educación es para la producción o la educación es para el desarrollo humano?

Sin duda hoy en día es para la producción aunque, hasta donde yo estoy informado, no existen correlaciones entre los rendimientos escolares y los rendimientos en la producción. Lo que pasa es que se educa, o mejor dicho, se instruye para pasar exámenes y los exámenes son entendidos como un boleto, un ticket para entrar al mercado de trabajo. Esa es la aberración a la que se ha llegado, ese es el crimen de la educación, porque ¿con qué derecho se les roba tiempo de vida a los jóvenes para embutirles cosas en la cabeza que les pedirá en los exámenes para, finalmente, ser mandarines del mañana? 

Nosotros no nos encontramos tanto con este dilema. Educamos para un desarrollo humano, lo primero, el cual en muchos otros sitios se da por hecho que viene de casa, y no siempre es así. 

Si se les educa en la memoria y con la idea de “embutirles cosas en la cabeza” qué expresión más fea, en mi opinión es porque esos niños tienen la suerte (en su mayoría) de no tener unas carencias considerables en amor y desarrollo humano que pueden tener otros. Y porque, por su puesto, también es importante. 

Pero, en este caso, en la Escuela del Vidrio queremos ambas, la educación nunca es la una o la otra, van de la mano, producción y desarrollo humano, amor en la producción, que te guste lo que haces y que te paguen por ello y que te traten bien en tu trabajo. Lo bueno de dar formación técnica en el colegio es justo este punto, enseñar que van juntas, crear relaciones entre los rendimientos escolares y los rendimientos en la producción, eso sí que es el ticket que necesitan nuestros alumnos para cambiar las comunidades, ese tipo de trabajo es el que cultiva la inteligencia.

Ya os contaré que tal el resto del libro.

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