Diario 16: «El qué dirán»

Hoy hemos ido a casa de Greysi a grabar para el documental. Como siempre Greysi ha estado ideal, nos ha contado de todo, iba monísima, maquillada con unas sombras rosas y un eyeliner muy fino, llevaba una blusa negra y unas bailarinas de color rosa que tenian un lacito. Su hermana pequeña también iba ideal con un vestido blanco y amarillo clarito y unas bailarinas blancas muy muy muy limpias, tan limpias que parecía que era la primera vez que tocaban ese suelo. 

Greysi lleva en el proyecto prácticamente desde que se inició, vive en una de las comunidades más jodidas de las que hay en El Progreso, cuando se entra con el coche a la comunidad hay que pasar con los vidrios bajados (porque ahí todo el mundo va con los cristales pintados) y muy despacito para que vean quienes van el coche y que no haya ningún problema. Ella llevaba invitándonos a su casa un tiempo, desde el primer viaje, y nos hacía mucha ilusión poder ir por fin. 

Nos contó que lleva desde 2017 rehaciendo su casa, que antes era entera de lata, ahora tiene una pequeña estructura donde entra el salón/cocina que tiene una tele grande pero no tiene pila de agua, un baño sin puerta y sin ducha y dos habitaciones. En esas dos habitaciones viven Greysi, su madre, el novio de su madre, su hermana pequeña, su hermano, su cuñada y unas tres o cuatro niñas más que deben tener unos cuatro o cinco años. 

En 2017 yo me gradué del cole, en Madrid. Greysi y yo tenemos la misma edad, y las dos cumplimos en abril. Cuando yo me graduaba ella empezaba el proyecto de su vida, cambiar su casa de lata por una de ladrillos, para que no hubiera lobo que soplara. Este reto lo lleva de la mano de su hermano, y entre ambos, han conseguido poco a poco tener esta estructura de ladrillos. Aparecerá en el documental, pero como quedan unos meses para que vea la luz, y yo soy un poco ansiosa, os voy a hacer algunos spoilers. 

Nos contó que cuando empezaron con el proyecto de la casa tenían trabajos muy temporales, Greysi literalmente acababa de terminar el colegio y estaba trabajando en la calle vendiendo comida. Su hermano también tenía un trabajo parecido. Entre los dos pactaron ahorrar semanalmente todo lo que pudieran para ir el fin de semana los ladrillos y el material de obra. Un sábado la hucha daba para tres ladrillos y otro para un par de sacos de yeso. Y así fueron trabajando, nos dijo que se habían privado de muchas cosas y que lo siguen haciendo, pero que siente que este es su propósito y que aunque hayan pasado años sigue muy muy emocionada con cómo se va cumpliendo.

En esa casa viven muchos y trabajan pocos, y aunque Greysi muchas veces piensa en que se tiene que ir, luego siempre decide quedarse y trabajar en su familia, porque su hermana tiene solo 7 años y porque el amor familiar tira mucho.

Después de esta larga introducción, lo que venía yo a contar en este blog es que Greysi entró un poco en disputa con su madre porque esta no quería enseñar en el documental la parte de la casa que todavía no estaba arreglada. Y Greysi decía que era absurdo hablar de todo lo que había costado hacer la casa sino se podía enseñar la comparación entre una parte de y la otra. Pero, como todos sabemos, donde hay capitán no manda marinero. Por lo que la otra parte de la casa no se grabó. 

Hablando más tarde de esto con Greysi, me dijo que le daba rabia porque en Honduras hay muchas cosas que no se cuentan y no se enseñan por ese qué dirán. Y me decía que ella estaba orgullosa del cambio y que el qué dirán solo te hace quedarte avergonzado sin poder cambiar nada de verdad. Y que no se puede vivir medio fardando de cosas que no tienes y de una realidad en la que no vives. Y esto pasa mucho y lo vemos en pelis y evidentemente nadie quiere enseñar los trapos sucios y nosotros no queremos poner en esa tesitura a nadie. 

Esto es un debate que hemos tenido incontables veces en la fundación, sobre si enseñar las casa de nuestros alumnos o no. Porque Fundación Verón es una historia de éxito, en las fotos veis a niños y niñas peinados, con lacitos en el pelo y jugando a la pelota en un recreo o a las mayores con los trajes típicos bailando en el mes patrio, porque el colegio es un oasis entre las comunidades de las que vienen los estudiantes. Y nosotros queremos enseñar eso, la fiesta que hemos montado y que esperamos que siga muchos años más, y que sea contagiosa y que cada vez haya más baños como los del colegio, más niños con libros y con gafas (que no es fácil conseguirlas) y con ganas de estudiar. 

Y entendemos a la madre de Greysi, pero Greysi tiene razón. Nadie va a entender nada si no hacemos un ejercicio de comparativa. Decir que somos los mejores sin enseñar una comunidad destartalada no sirve de nada. Y os damos pildoritas, os contamos algunas cosas. Pero la realidad es que a vosotros os tenemos ganados y necesitamos abrir horizontes. No lo veréis con la casa de Greysi pero sí con la de Wilson y con la de Zeni. 

En otoño, os enseñaremos el documental. Hecho con mucho amor, pero, sobre todo, con mucho cuidado.  



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