08 Feb Diario 14: Salvando las distancias
Ahora que el transporte público en Madrid para jóvenes ha bajado a 8 €, y que los jovenzuelos hondureños están empezando a pedir becas de transporte para poder ir a la universidad. Me parece un gran momento contaros unas de las grandes diferencias.
Es lo típico, nada nuevo, siempre que salimos de Madrid y nos vamos por ahí, solemos flipar con lo caro, sucio y engorroso que es el tema del transporte público en muchas ciudades. En Europa por lo barato que son los bolts en sitios como Polonia u Oporto, y por la facilidad de colarse sin que te pillen en muchos tranvías de la ciudad. El transporte público habla muchísimo de cómo es la gente del lugar.
Todo en esta vida se puede asemejar a la forma de conducir de uno, a la rapidez de la ciudad, al caos o a la limpieza. Hay mil metáforas y muchas muy buenas. La anatomía de la ciudad y la forma que tienen los habitantes de transitar por sus calles, esto es un flujo digno de estudio y muy divertido.
En Honduras la conducción es caótica, las carreteras están llenas de socavones, ¿os acordáis del video “y volé de el y me hiso volar” me apareció el otro día en reels de instagram. No sé en qué país está grabado pero eso es muy hondureño. Dos que van en una moto, sin casco a 70 (que es rapidísimo para el tipo de carreteras que hay y la loca conducción) se caen los dos y uno acaba en ambulancia y el otro aturdidísimo contando la hazaña. El video tiene 8 millones de reproducciones.
Total, que me desvío.
En el norte de nuestra querida Honduras, ir de Camalote (comunidad cercana a la ciudad El Progreso) a San Pedro Sula, que está aproximadamente a media hora la una de la otra, cuesta 3000 Lempiras. Para realizar este trayecto, se tarda aproximadamente 35 mins en coche, casi lo mismo que de Madrid a Torrelodones. Lo que un joven universitario tiene que pagar para ir a Getafe (por ejemplo) ahora mismo son 8€ al mes, mientras que para que un joven hondureño de una comunidad muy empobrecida, tiene que pagar 110€ al mes. Es una auténtica locura.
Arturo, exalumno de la Escuela del Vidrio, quiere estudiar INEF para luego ser profesor de Educación física en la Escuela. Lamentablemente esta carrera no la tienen en las universidades de El Progreso. Por lo que tendría que pagar 330 euros por ir tres meses a la universidad en San Pedro Sula, tiene la suerte de que se le beca con el transporte. El tío es un grande y trabaja, a su vez, para poder pagarse la universidad.
Patricia y yo nos tirábamos de los pelos en el primer viaje, sin entender por qué nuestros niños, con la maravillosa educación que han recibido, acababan en las maquilas (fábricas grandes que se sitúan entre ambas ciudades, el influencer y filántropo Shin Fujiyama en el video lo cuenta muy bien) o en trabajos medios cerca de sus comunidades. Hasta que nos enteramos, el transporte a la ciudad es un poco más de lo que ganarían en sus primeros trabajos.
El salario mínimo en Honduras es de 6.000 Lempiras.
No merece la pena, no pueden exprimir todos sus conocimientos porque no tienen dinero ni para ir a trabajar.
En resumen, el transporte en Honduras es:
- caro, para las mensualidades
- caótico
- están mal señalizado
- en la época de lluvias hay muchas zonas a las que es imposible llegar
- las carreteras están estropeadas
- hay normas pero no se sigue ninguna
- mucha gente conduce sin carnet
- pueden ir tres en moto
- no hay edad mínima para llevar a los niños en moto
- el casco no parece obligatorio
- muchos taxis no son de fiar
Y un largo etcétera.
La situación del país solo se puede cambiar desde dentro y con educación. No van a sacar a los jóvenes de las situaciones de precariedad si no ponen un transporte público, accesible, seguro y barato.