09 Nov Coloreando con Luz. Alberto del Palacio nos cuenta su experiencia en el proyecto Escuela del Vidrio de Honduras
Coloreando con luz.
Un plan, esfuerzo conjunto y un largo viaje tuvieron lugar para que en Octubre pudiera viajar a Honduras con el cometido de impartir la asignatura de pintura al fuego sobre vidrio en la Escuela del Vidrio de Camalote, El Progreso. Unas cuantas horas en avión y salas de espera transcurrieron hasta llegar a mi destino final.
Una vez allí, y tras un primer contacto con el equipo directivo y profesorado, tuvo lugar el encuentro con los principales causantes de toda esta movilización: el alumnado. Fue un cálido reencuentro con los alumnos de especialización del Taller Lahat, después de tres años sin vernos, y un primer contacto con los nuevos alumnos del tercer curso, con los que tuve el placer de compartir las dos semanas de duración de mi estancia.
Recuerdo perfectamente nuestra primera clase, en la que todos nos observamos atentamente, y en el que uno por uno nos presentamos al resto del grupo, con cierta timidez, pero a la vez expectantes por los sucesos que en las dos siguientes semanas iban a acontecer. Poco a poco nos introducimos en la materia y descubrimos un sinfín de ideas y conceptos sobre los que trabajar intensamente hasta interiorizarlos: diseño, vano, luz, color, pigmentos,…
A la vez que trabajábamos en los contenidos propios de la vidriera artística, los llevamos a la práctica con la realización de un proyecto real. Todos unidos en un equipo, trabajamos en el diseño y ejecución de una vidriera mediante el uso de la técnica tradicional destinado a cubrir el vano superior de la puerta de acceso de la biblioteca de la escuela. En su diseño, dejamos fluir a nuestro lado más creativo, aunque eso si, y como me describieron los alumnos, muy rigurosos en cuanto al buen hacer de su proceso técnico.
Como en todo equipo de trabajo hubo momentos para todo: imaginativos, alegres, de puesta en común, de análisis, colaborativos y algún que otro pequeño desencuentro, por cierto muy oportuno para nuestro proceso de aprendizaje, que ocurre en toda “familia bien avenida”, en el que nuestra meta era siempre llegar a un punto de comprensión y entendimiento.
Con nuestro objetivo bien claro y totalmente absorbidos en nuestro quehaceres, fueron pasando rápidamente los días casi sin darnos cuenta del momento en el que mi regreso a Alemania pondría un punto y a parte a nuestro encuentro. Encuentro materializado en la biblioteca de la escuela, aunque con un contenido simbólico mucho más amplio: ilusión, creatividad, esfuerzo, disciplina, trabajo, equipo, etc., están tras nuestro producto final para disfrute de la gran familia que es toda la comunidad de la Escuela del Vidrio.
Estas líneas dibujan con pequeñas pinceladas mi estancia en la escuela, con las que además quiero aprovechar la ocasión para dar las gracias a todas las personas implicadas: Asociación de Amigos de la Escuela del Vidrio, equipo directivo, profesores, familiares de alumnos, vecinos de la comunidad de Camalote, y a todos los que participan poniendo su grano de arena en el proyecto. Por último agradecer su constancia, esfuerzo y dedicación a los principales actores de esta “película” que son los alumnos.
Alberto del Palacio Lorenzo.